“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”, Gál. 6:9 y 10

1- Debemos hacer el bien a todos, tanto creyentes como no creyentes: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”, (Gál. 6:10); “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres, (Tito 3:1 y 2).
2- Hacer el bien debería ser un resultado natural de nuestra salvación: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”, (Ef. 2:8 – 10).
3- Hacer el bien es una evidencia de la congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”, (Ef. 4:29).
4- Las relaciones con los demás son una oportunidad única para hacer el bien: “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre”, (Ef. 6:5 – 8).
5- Debemos anhelar llevar fruto en toda buena obra: “…para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”, (Col. 1:10).
6- No devolver mal por mal: “… no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala”, (1ª Pedro 3:9 y 11).
Más que un privilegio es nuestro deber; así que, ¡hagamos el bien!
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